JORGE AULICINO: VOCERO DE CULTURAS IMPETUOSAS

JORGE AULICINO: 

VOCERO DE CULTURAS IMPETUOSAS



Espejan, amarillan

Espejan, amarillan, los crisantemos inaútenticos,
porque sólo los hemos visto filosóficamente.
Pero, fijate, tantas cosas hemos sido, y todas igualmente
inauténticas; todas espejan, luego amarillan.
Y hemos sido, incluso, crisantemos,
en busca de una paz provisoria de cocina
en la tormenta invernal; flores presumo que pulposas
en la cellisca que soplaba en la casa misma.
Espejan, amarillan, nuestros crisantemos,
en la medida que damos mayor consistencia a nuestras vidas.
El problema, te lo diré sin vueltas,
es que yo podía, digamos hace cuarenta años,
entrar en un café, que era oscuro y verdadero:
verdadero en el sentido que era nuestra posesión y había
sido la posesión de los viejos, de los nuestros y de desconocidos
viejos, aunque familiares, pues estábamos seguros
respondían a consignas migratorias; podían nombrar sus pueblos,
tan antiguos como el café al que me refiero: antiguos por igual
en su conciencia, no en la medida matemática del tiempo.
Oscuros en el café éramos sin embargo radiosos de espera.
Tocábamos la tela de nuestro saco y decíamos: cierto.
Nadie nos sacaba de nuestro vacío ensimismamiento
pues era un puro ensimismamiento: estar en uno.
Y con nadie nos habíamos citado, éramos al paso,
pero el café lo poseíamos, y la ciudad, y el subterráneo.
Espeja el crisantemo y aquel clavo doblado en la pared.
Amarilla todo en abstracto. Te lo digo sin vueltas.
No poseo ahora los cafés, ni el subterráneo.
Son cafés nuevos, no tienen bordes en los cuales
la mirada podía raspar, dejar su marca.
Como te digo: no es el problema la inautenticidad
de nuestro crisantemo. Porque espeja, amarilla,
pero es sólo conciencia de aquella vieja ciudad.

Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949).







Per me si va tra la perduta gente

A la salida de un pueblo,
el camino cegado por el humo.
Soy de la ciudad y no tengo herramientas.
Pero cruzo el espejismo
sin que me toque una gota de infierno.
Y en el espejo retrovisor
el camino está despejado.

Y frente al auto
veo el camino indiferente.
Y veo también tu mano
mientras sostiene tu cara
que mira el campo a la derecha. 




JORGE AULICINO. Buenos Aires, 1949. 
Poeta, ensayista, traductor, periodista. 
Integró la dirección de la revista Diario de Poesía 
en la década del '80
Fue director de la revista política Generación 83, editor político del semanario El Ciudadano 
y redactor Jefe de las revistas 
Conozca Más y Misterios
Ha publicado, entre otros, 
los libros Vuelo bajoPoeta antiguo
La caída de los cuerposPaisaje con autor
La línea del coyoteHombres en un restauranteAlmas en movimientoLas Vegas
La nadaLa luz checoslovacaHostias
Máquina de faro Cierta dureza en la sintaxis. Muchos de sus poemas fueron incluidos 
en antologías extranjeras 
y fueron traducidos al italiano y al inglés. 
En 2015 obtuvo, con su poemario 
Libro del engaño y del desengaño (2011), 
el Premio Nacional de Poesía (prod. 2011-2014). 
Como traductor ha trabajado 
con textos de autores italianos, norteamericanos e ingleses, como Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Guido Cavalcanti, Dante Alighieri, John Keats, 
Ezra Pound, Marianne Moore 
y Frederick Seidel.
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Traducción anotada de 
La Divina Comedia 
de Dante Alighieri
por Jorge Aulicino.



 Dolores Etchecopar, Jorge Aulicino y Alicia Poderti, 2015.



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